Ad Libitum academia de música

Los padres como parte fundamental en la Educación y Enseñanza Musical

Desde el punto de vista de los liderazgos siempre se habla mucho, y con razón, de la importancia del profesor de solfeo, del profesor de instrumento, del director de la banda escuela, del director titular; y seguramente todos estamos de acuerdo sobre la influencia de tales figuras en la educación musical de los niños y jóvenes alumnos. Pero quizás por costumbre o tal vez por modestia nos olvidamos del papel fundamental que los padres realizan en ella.

Son los padres quienes deciden llevar a sus hijos a una escuela de música para que se inicien en el aprendizaje musical y, a menudo, son los que les alientan a seguir esos estudios cuando los niños se desaniman ante la dureza y dificultad de los mismos. Son los padres quienes llevan y recogen puntualmente a sus hijos de las clases, haciendo para ello verdaderos encajes de bolillos con los horarios, abandonando sus costumbres personales, sacrificando su tiempo de ocio, y a veces la conciliación familiar.

Son los padres quienes inician la relación con los profesores, que más tarde continuarán sus hijos al llegar a la adolescencia. Cuando el deseo de independencia de sus progenitores se convierte en una necesidad, la calidad de la relación profesor-alumno también dependerá, en gran medida, de cómo haya sido inicialmente establecida por los padres y de la mayor o menor “confianza” de éstos en la forma de enseñar de cada profesor; sobre todo si los padres tienen algún tipo de formación musical y hacen comentarios al respecto delante de sus hijos.

Son los padres quienes guían a sus hijos en la elección del instrumento musical; aunque a veces “presionan” para que sus hijos elijan cierto instrumento, preferido por ellos o por su entorno social, muchas veces ignorando los gustos o preferencias de los niños y los consejos de los profesores. Algunos padres creen que tocar uno u otro instrumento va a condicionar el desarrollo de la personalidad del niño, o que hay instrumentos “de chicos” y “de chicas”. Pero si apoyan desde el principio la elección del niño, sin reparos ni impedimentos, el niño se sentirá más orgulloso de su instrumento y se tomará más interés en su aprendizaje.

Son los padres quienes apoyan el aprendizaje instrumental de sus hijos porque saben que esto además de modelar el comportamiento y las actitudes de los estudiantes de música, también aporta la adquisición de valores personales y sociales que no se perciben en otros ámbitos en los que diariamente se relacionan los jóvenes.

La implicación de los padres en la educación musical de los hijos se ha demostrado muy positiva, en la mayoría de los casos, y el hecho de compartir el proceso educativo y las experiencias musicales conlleva una gran conexión entre padres e hijos.

Todos los padres queremos lo mejor para nuestros hijos, pero a veces no sabemos cómo debemos hacerlo, hasta dónde debemos implicarnos o cuando tenemos que dar un paso atrás y “dejarles volar”. No hay fórmulas mágicas para ello pues lo que sirve positivamente a unos puede no hacerlo así con otros. He aquí otro punto donde aflora la importancia de los padres en el proceso educativo musical de los hijos, saber discernir qué es bueno y qué no nos sirve.

Los padres siempre deben “estar ahí” cuando los niños lo necesitan y cuando no. No quiere decir esto que tengan que asistir a clase con ellos, pero los padres deben saber si sus hijos siguen correctamente las enseñanzas de los profesores y así los niños sienten el apoyo e interés de sus padres. Deben aconsejar en la toma de decisiones, pero que éstas sean tomadas por los hijos, sin imponerles criterios de adultos que ellos no comprenderán. Si se equivocan lo asumirán mejor y podrán actuar para corregir dicho error.

No tener prisa en la obtención de resultados también puede ayudar y, sobre todo, no comparar los logros de unos con los de otros, ya que los procesos de aprendizaje de cada instrumento son diferentes entre sí, diferentes en el tiempo y diferentes en cada persona.

Los padres deben asistir a las audiciones y conciertos de sus hijos, pues éstos se motivan más cuando saben que sus familiares están entre el público y que se van a sentir orgullosos de ellos, pase lo que pase.

Los padres deben mantener contacto continuo con los profesores de sus hijos, interesarse por su evolución, escuchar los consejos de los profesores y transmitir éstos con el mismo lenguaje y pedagogía, sin olvidar que los profesores son los verdaderos expertos en el tema y la unanimidad de criterios entre padres y profesores genera seguridad en los alumnos.

Los padres deben supervisar el estudio en casa y recordarles la importancia de la práctica musical diaria para progresar, siempre siguiendo los consejos de los profesores. Esto debe hacerse sin dureza ni laxitud, porque si “apretamos demasiado” al niño podemos crear desmotivación, desinterés e incluso baja autoestima si no consigue llegar al nivel impuesto. Pero tampoco debemos halagarle en exceso o celebrar falsos logros, pues tarde o temprano recibirá un baño de realidad y, esto a ciertas edades puede suponer el trauma decisivo que les haga abandonar definitivamente. Hay que tener en cuenta el sobreesfuerzo que el estudio de la música supone para los jóvenes  ya que mientras otros están divirtiéndose, ellos tienen que dedicar su tiempo libre a sesiones de estudio musical. Hay que conseguir que se diviertan mientras estudian música y esto va a depender bastante del ambiente que se genere en la escuela de música, y en su caso en la banda; pero también dependerá del ambiente familiar y su equilibrio en la valoración e importancia asignadas al estudio musical.

Importantísimo para los niños es transmitirle que sus padres tienen interés en la música, en toda clase de música, ya que los niños imitan comportamientos, y los padres son sus modelos a seguir. Si sus padres asisten a conciertos y los ven por televisión, los hijos también lo harán. Pero si los padres muestran desinterés por la música pueden provocar que los hijos pierdan también el interés o simplemente perciban la enseñanza musical como otra “actividad extraescolar” más. Si antes no lo hemos hecho, siempre es buen momento para asistir en familia a conciertos didácticos, musicales famosos, programas de conciertos clásicos, o simplemente acudir juntos al cine para ver alguna película de temática musical.

Con el paso de los años el papel de los padres en la evolución musical de sus hijos sigue siendo fundamental, cambiando la supervisión por la responsabilidad desarrollada en sus hijos, para que éstos sean autosuficientes en cuanto al estudio y práctica musicales. Que sigan notando nuestro apoyo pero sin presiones innecesarias. Hay que tener en cuenta que la vida ha cambiado vertiginosamente desde que los padres estábamos en su lugar y, actualmente ellos viven su vida de forma diferente a como lo hacíamos nosotros a su edad. El joven debe elegir sus intereses y buscar su forma personal de conseguirlos. Si le hacemos estudiar por obligación, porque a nosotros nos fue bien así, quizás consigamos desinterés por su parte, que perciba la educación musical como una “tortura” o peor aún que se convierta en un músico amargado, decepcionado con su rendimiento.

En definitiva, la función de los padres en la educación musical actual es importantísima, ya que deben conseguir el equilibrio entre el cariño, interés, apoyo, orgullo, moderación y renuncia, para conseguir la correcta evolución musical positiva en sus hijos.

Seguramente habrá diferentes opiniones al respecto, todas igualmente válidas. Nosotros solo hemos tratado de transmitir nuestra modesta experiencia por si puede servir de ayuda.

“Mi hija empezó sus estudios musicales con 5 añitos y, aunque quiso abandonar sus estudios musicales en dos ocasiones, quizás por mi insistencia o quizás por su responsabilidad, y aunque socialmente recibió muchos mensajes negativos sobre dedicarse a la música; actualmente es directora de orquesta y, sobre todo, lo más importante para mí es verla feliz, pues disfruta al máximo de su profesión y de su vida centrada en la Música.”

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Estaremos encantados de conocerte, que visites nuestras instalaciones y explicarte con detalle nuestra metodología docente. Además podrás hablar sin compromiso con nuestros profesores sobre tus intereses e inquietudes.

 

Brenda Luisa Bea Zamorano
Es editora, traductora y correctora de Ad Libitum. Su trayectoria en el mundo de la música comenzó como violinista desde los 8 años. Desde ahí prometió no dejar la música y lo ha cumplido.

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